domingo, 27 de noviembre de 2016

Técnica del sueño en niños de 0 a 4 años

La preparación del niño para acostarse significa muchas veces la separación de sus padres, hecho que provoca ansiedad para todos ellos.

Los padres, naturalmente, perciben esta molestia y desean consolar al pequeño. Sin embargo, el momento del dormir debe ser siempre una fuente de alegría para el pequeño y sus progenitores.



Cuando ha llegado la hora de acostarlo, es importante que el padre o la madre permanezcan entre 10 a 30 minutos con él jugando o contándole una historia bonita, antes de ponerlo en la cama.

Deben evitarse las actividades físicas (correr o saltar) y las historias terroríficas. El niño debe estar en conocimiento de algunos límites, por ejemplo, saber la cantidad de tiempo que el padre le va a dedicar, que no debe excederse.

Darle en el gusto en peticiones como “tráeme otro jugo” o “cuéntame otra historia” lo acondicionará a percibir la hora de acostarse como un hecho que se puede postergar indefinidamente. Si no se establecen claras rutinas para irse a la cama, esta hora puede convertirse en una serie de momentos de tensión, ansiedad y discusiones con el pequeño.

Sin embargo, si hacemos prácticas indebidas podemos crear malos hábitos en los niños.

Una queja común de los padres es que el niño no se duerme si no se lo toma en brazos y se lo acuna. Esto significa que el pequeño está asociando el hecho de irse a la cama y dormir con algún otro evento (ser contenido, acariciado y siempre estar acompañado cuando se queda dormido). Cuando el hecho asociado -persona u objeto- se echa de menos, el niño es incapaz de quedarse dormido.

Todas las personas experimentan cierto número de breves despertares durante la noche, en especial cuando están soñando (etapa REM o de movimiento rápido de los ojos.) En general, los individuos no están concientes de estos despertares y se vuelven a quedar dormidos rápidamente.

Sin embargo, cuando los padres se dan cuenta de que el niño se ha despertado, sienten la necesidad de ir a ayudarlo a “volver a dormir” tomándolo en brazos, acunándolo o acostándose junto a él.

De este modo, el pequeño aprende este modelo y muy pronto será incapaz de volverse a dormir si sus padres no acuden a verlo o lo mecen. Aprende, entonces, a ser dependiente de ellos para retornar al sueño, en vez de asociar el sueño con objetos de su cuna, móviles o juguetes.

La afirmación de que un niño es incapaz de aprender a quedarse dormido sin ayuda es errónea.

Una vez que un bebé o un niño pequeño comienza a asociar el inicio del sueño con ser acunado o tomado en brazos, no aprende a hacerlo solo. Comienza a gritar, llorar y patalear cuando se despierta en la noche. Si los padres lo toman en brazos y lo acunan pronto vuelve a quedarse dormido.

De esta manera, se refuerza la asociación de estar con los padres y ser acunado con dormirse y al niño le es sumamente difícil aprender a hacerlo solo y/o reiniciar el sueño cuando se despierta en la noche.


Fuente:
El sueño en niños. Instituto del sueño

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